sábado, 2 de agosto de 2014

FUEGO CRUZADO

   Sólo se me ocurre el escapismo como modo de supervivencia. Juro que la cobardía nunca en mí ha conseguido encardinarse. De tantas decisiones tomadas valientemente proceden la inmensa mayoría de mis cicatrices.
   Sólo un grito que me nace del duodeno, yeyuno e íleon y atraviesa mis vísceras más contaminadas en una progresión ascendente hacia mi boca, hastiada ya de silencios estratégicos y de argumentaciones desestructuradas.

   Sólo el viento del norte y el salitre del mar como testigos. Y el eterno retorno al punto de inmovilismo primigenio, tan rancio ya, tan pútrido de tanto embate y embestidas.
 

   Harto ya de ser el eterno prejuzgado, el sospechoso habitual al que recurrir en ausencia de otras evidencias. Harto de que me caiga toda la mierda de las bajantes de un edificio comunitario en el que siempre me han encalomado todas las reparaciones. Da igual mi pericia, mi técnica, mi intención. Siempre tras el arreglo aparecerá otra avería, y siempre, siempre, todos dirán que es consecuencia de mi mala gestión anterior…aunque haya permanecido inmóvil desde entonces.

   Ya me pesa la mala prensa, y más que eso las traiciones de las opiniones variables, de las inteligencias sobrevaloradas, de las apariciones estelares. Me pesa la ausencia de nobleza, el interés y los egoísmos, los negocios que se anteponen a los compromisos, y los olvidos intencionados que dañan más que los obligados.

   Pero pueden irse jodiendo quienes me cercan, porque aún no me ha flaqueado la estructura ni el resuello. El hecho de no haber experimentado, por el momento y de forma un tanto incomprensible, cambio físico alguno desde los últimos 30 años, me está permitiendo sobrevivir a tantas hostias punzantemente lanzadas.
 

   Cuento además con una ventaja competitiva que pesa más que cualquier otra represalia: dispongo del archivo gráfico y documental más extenso que pueda tenerse. Lo sé todo, me acuerdo de todo, y sobre todo, puedo aportar las pruebas irrefutables de todo ello. Imágenes que me exculpan y delatan a otros, secuencias escritas de legajos que me exoneran de las responsabilidades que me atribuyen. Todo ordenado, todo dispuesto, todo a buen recaudo.

   Así que esa es mi gran disyuntiva. Sacar los papeles a la luz o apartarme ya por siempre de todos cuantos me hieren. En mi caso tengo claro que mi verdadera independencia va indexada al ostracismo. Pero lo he aceptado. Ya no me duele.

   Pero algo queda de escatológico, que me sitúa permanentemente en medio del fuego cruzado. Haga lo que haga. Repare lo que repare. Sirva para lo que sirva. El mundo que uno daba por conocido, el que te aportaba el equilibrio imprescindible para seguirte levantando mucho antes de que comenzara a sonar el despertador, ése sigue dándose la vuelta cada poco, tratando de ponerme patas arriba a mí con él. Y nadie teme lo que pueda tener guardado, como si ni siquiera fuera considerado como enemigo.
 
 
   Y estoy cansado de las estrategias, de las traiciones…mucho más que de las ingratitudes. He pagado por todo, y aun así no me compensa el beneficio.