miércoles, 18 de junio de 2014

ANTONIO DE FELIPE

  La marcada bipolaridad de nuestra moderna sociedad dominada por Internet, por un lado nos ha ido quitado placeres arcanos como los que emanaban de pasar a mano las hojas de un libro, del olor del papel, el tacto de la cubierta o la emoción de seleccionar tu ejemplar de entre todos los que podías comprar en el siempre estimulante viaje a la librería; pero por otro nos ha dado la inmediatez de la sabiduría, el acceso a los más completos dosieres sobre cualquier hecho o personaje, que en el pasado nos hubiera llevado días encontrar y ordenar sistemáticamente dentro de una buena biblioteca, no siempre cercana o disponible para todos.
   Pensé en ello ayer, cuando en menos de cinco minutos, la rápida ojeada a un suplemento dominical me llevó a leer un reportaje en el que se planteaban una serie de preguntas, en general manidas y poco inteligentes, a hombres y mujeres con influencia en el actual mundo social, político o cultural cuyo nexo de unión era haber nacido en la España de los 60´s y formar parte, como yo, de la generación de Felipe VI. Uno de ellos era Antonio de Felipe, pintor valenciano de 1965. De ahí a un buscador de internet donde no sólo obtuve una información completa y exhaustiva de su biografía y trayectoria artística, sino que pude disfrutar de cientos de imágenes con la mayoría de su obra pictórica. Hasta vídeos subidos a YouTube con entrevistas e imágenes en movimiento. De inmediato. Directo al conocimiento y al disfrute.


   Antonio de Felipe es el gran exponente del pop-art en nuestro país, ese que desde mediados del siglo XX toma prestados todo tipo de referentes iconográficos de la cultura popular, sacados de la publicidad, de los comics, de los carteles de cine con sus grandes estrellas, y los utiliza para crear un arte irónico, iconoclasta,ocurrente y las más de las veces inteligente, siempre como oposición al formalismo clásico de las Bellas Artes.
   En el caso de Antonio de Felipe, tras una formación académica tradicional, en la que uno de los referentes más notorios en su obra es Diego Velázquez, continúa el camino descubierto por Warhol y Liechtenstein en los Estados Unidos.
   Del primero obtiene la inspiración para declinar a las icónicas meninas en diferentes contextos y con increíbles complementos. Un enorme cartel de coca-cola de fondo y una botella del mismo refresco en una mano y un osito de peluche o un Mickey Mouse en la otra, o el logo del chupa-chups en forma de horquilla para el pelo adornando el siempre inalterable emblema velazqueño.




  Del otro, la reordenación del concepto de retrato a través de una misma imagen modificada tan sólo con la aplicación de distintas gamas cromáticas. Audrey Hepburn fue la elegida por nuestro artista patrio, hasta el punto de convertirla en un referente litográfico presente en un sinnúmero de salones españoles, casi tantos como la flamenca está encima de la tele.


   Como propia y reconocible marca, su serie de cuadros y esculturas de vacas, modificando un lomo tan reconocible en manchas blancas y negras, por otros impresos con logos publicitarios o acebrados.



   O la reinterpretación de las portadas de los discos de vinilo más emblemáticos de los 80 y los 90´s, donde destaca como buque insignia el cuadro basado en el Sgt. Pepper de los Beatles, donde el pintor se autorretrata entre una amplísima galería de personajes de toda índole, época y procedencia, reales o de ficción, puro eclecticismo caprichoso de quien aúna mitos y referentes culturales. Desde su propio padre a Mazinger Z, pasando por Indiana Jones, la pantera rosa, Superman, Tintín, Bambi, Madonna o el toro de Osborne.


  Esa es su verdadera obra cumbre, la que sirve como referente a una generación entera, la mía, la de Felipe VI, en el fondo como éste blog, tan pop, tan peterpanesca, tan temerosa de crecer, tan bien preparada, tan culta y tan llena de talento.  



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