Por petición de Claudia y Liam, el pasado domingo
cociné mi célebre Lasagna. Lo primero que hice fue preparar la salsa bolognesa
que serviría de relleno. Corté media cebolla, un puerro, una zanahoria, un par
de dientes de ajo y un pimiento verde italiano en brunoise, que puse a pochar en una sartén mediana a fuego medio
alto. Es necesario añadir ahí una pizca de sal fina para que ayude a sudar a las
verduras, y remover con cierta frecuencia.
Mientras
las verduras de la sartén adquirían el dorado necesario, corté en finas rodajas
una berenjena y un calabacín. Los puse en una fuente de pirex apta para el
microondas, añadí sal gorda y un chorreoncito de aceite, y lo metí a máxima
potencia 5 minutos, tras los cuales les di la vuelta y añadí un par de minutos
más.
Pasado este
tiempo, las verduras de la sartén ya estaban listas para poderse integrar con el medio
kilo de carne picada de ternera, que mezclé cuidadosamente, añadiendo al tiempo
sal, pimienta, orégano y albahaca. Al cambiar toda la carne de color, incorporé
el tomate frito casero, volví a remover todo el contenido de la sartén y lo
mantuve unos cinco minutos más a fuego lento.
Escurrí la
berenjena y el calabacín del exceso de grasa con un poco de papel absorbente de
cocina.
Y preparé
la salsa bechamel: un buen trozo de mantequilla que dejé derretirse al fuego
dentro de un cazo mediano, incorporé dos cucharadas de harina hasta formar el
roux, y poco a poco fui añadiendo algo menos de medio litro de leche desnatada
caliente sin parar de remover con las varillas. Añadí sal y una pizca de nuez
moscada. Mantuve mi muñeca ocupada dando vueltas sin tregua cerca de cinco
minutos. La bechamel debe quedar ligera, pero no líquida. Su misión es napar
con fluidez las placas de lasagna.
Ya todo
listo, procedí a montar la lasagna. Con ayuda de un poco de papel de cocina
unté de mantequilla la base de una fuente de horno rectangular. Coloqué juntas 4
placas de lasagna, y fui repartiendo: bechamel, berenjenas y calabacines, la
bolognesa, más bechamel y queso rayado (yo prefiero la mozarella rayada), otras
4 placas y repetí toda la operación, hasta acabar coronándola con
las 4 últimas. Todo bien cubierto de bechamel y con queso
para gratinar, y al horno.
Suelo
utilizar unas placas de lasagna rígidas que no necesitan ni cocción previa
ni remojo.
30 minutos
en horno precalentado a 200 grados…y listo.
Comimos
felices en la terraza.
No cuesta
nada convertir un placer gastronómico en una tradición que Claudia y Liam recordarán
para toda su vida, y que ojalá continúen con las familias que formen en el
futuro. Por si les quedan dudas, aquí tienen la receta para siempre.
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